Días pasados, hablando de la actualidad con una amiga española, le dije que estaba viendo fotogramas de una película que ya había visto. Conozco el final y no acaba bien. Ojalá no se trate del mismo guión con actores diferentes y exista un punto de giro en el cual se modifique el desenlace.
No puedo quitarme de la cabeza la dramática similitud de contexto que envuelve estas elecciones en España con las que dieron el gobierno en 1999 a Fernando De La Rua en Argentina. Se parecen tanto las historias de Rajoy y De la Rua que de solo analizarlo da un poco de repelús. Uno y otro fueron eternos perdedores, inseguros, apáticos y soñadores. Recordando la campaña de De La Rua cuando hablaba de que se encontraba a 100 pasos de la Casa Rosada, mientras el país hacía agua por los cuatro costados después de la debacle que significó la presidencia de Menem, se me presenta la imagen de Rajoy echando al viento sus frases utópicas de creación de empleo y salida de la crisis, como si sólo alcanzara con su sonrisa forzada para convencer al mundo que España es un enfermo atacado por un virus llamado PSOE. La alegría de Fernando De La Rua, duró tan poco que ya ni recuerdo cuando fue que el sueño se esfumó. Al argentino le tocó un país en bancarrota y una sociedad que ya bruñía las cacerolas para salir a la calle a batirlas y a levantar barricadas. Al De la Rua lo sentaron en el sillón de Rivadavia y solo utilizaron su figura mientras que el gobierno lo ejercía entre bambalinas una corporación liderada por su hijo, un publicista y otros secuaces.
Esto dice wikipedia, de los primeros años del gobierno de De la Rúa, ¿no existe un paralelismo exagerado?
(Cambie De la Rua por Rajoy: Menem por Zapatero; peronista por socialista, 1999 por 2011 y 2000 por 2012 y lea nuevamente)
Rajoy recibirá un país casi en idénticas condiciones con la salvedad de que España integra la Comunidad Europea, que, en última instancia, ya hasta dudamos si acabará siendo beneficioso o perjudicial, porque cuando un barco se hunde lo primero que se llena de agua son sus bodegas. Particularmente, no creo que Rajoy lleve las riendas del nuevo ejecutivo. Sospecho que será la cara de la sonrisa forzada que aparecerá en los telediarios y que como ha sucedido hasta ahora, los hilos del PP los manejará la misma corporación que le ha dado letra durante 8 años cada vez que tuvo que actuar. La misma que lo mando a recitar el soporífero discurso de oposición en las cámaras y la misma que lo mandó a callar cuando las encuestas comenzaron a vaticinar su triunfo para no perder votos que estaban decantados. Dejar a esta gente la posibilidad de gobernar por decreto es borrar de un plumazo más de veinte años de conquistas sociales. Zapatero capeó el temporal sin protestas ciudadanas; intuyo que Rajoy las tendrá y muy pronto y lo peor, es que dentro de la burbuja azul en la que vive, ni se lo sueña.