el niño que quería saber de historia
José Miguel de doce años recién cumplidos, vivía en la afueras de Madrid. Era el menor de cinco hermanos de una familia que se dedicaba a la cría de ovejas. Su padre que era herrero, una profesión que había heredado de su abuelo, trabajaba en una fábrica de herrajes para carros pero también ayudaba en las tareas de la casa. Su madre había aprendido los secretos para hacer el mejor queso de leche de oveja que había en la zona, y los había transmitido a todos sus hijos. Las tres hermanas de Josemi, apenas concluyeron con la escuela elemental se dedicaron plenamente a la fabricación de los productos lácteos, mientras que su único hermano, el mayor de todos, deseaba graduarse cómo médico, para lo cual, estudiaba en una universidad de Vizcaya.
José Miguel de doce años recién cumplidos, vivía en la afueras de Madrid. Era el menor de cinco hermanos de una familia que se dedicaba a la cría de ovejas. Su padre que era herrero, una profesión que había heredado de su abuelo, trabajaba en una fábrica de herrajes para carros pero también ayudaba en las tareas de la casa. Su madre había aprendido los secretos para hacer el mejor queso de leche de oveja que había en la zona, y los había transmitido a todos sus hijos. Las tres hermanas de Josemi, apenas concluyeron con la escuela elemental se dedicaron plenamente a la fabricación de los productos lácteos, mientras que su único hermano, el mayor de todos, deseaba graduarse cómo médico, para lo cual, estudiaba en una universidad de Vizcaya.
La familia vivía con cierta holgura económica, aunque los padres de Josemi no se cansaban de relatar a sus hijos las historias de los padres de sus padres, gente que, aseguraban, habían vivido épocas muy difíciles. Por entonces las epidemias y las guerras habían diezmado a la población reduciéndola a un tercio y la miseria y el hambre no habían dejado casi ningún hogar sin visitar. Josemi escuchaba aquellos relatos y a pesar de su corta edad, valoraba enormemente el esfuerzo de sus padres por llevar la casa adelante y se afanaba en conocer detalles de la historia de aquellos años negros. Para ello, siempre estaba preguntando y una vez por semana pedaleaba en su bicicleta casi diez quilómetros para ir a una biblioteca en las inmediaciones de la Puerta de Alcalá, a leer historia en libros antiguos. El problema era que debido a un gran incendio que asoló Madrid hacia mucho tiempo, se habían quemado gran parte de los libros que existían en las distintas bibliotecas. Por lo que no había mucho donde leer.
Aquella mañana de octubre, se dirigió hacia la escuela que quedaba a unas veinte calles de su hogar. No usaba la bicicleta a menos que se le hiciera tarde. Le gustaba ir caminando para juntarse en el trayecto con sus compañeros de escuela y tomar un atajo a través de un túnel que, según Manolo el hijo del farmacéutico, había pertenecido a una antigua empresa que explotaba minas de carbón. Bajaban por unas escaleras destruidas, que estaban disimuladas detrás de gruesos portones de hierro, en los que colgaba un cartel de “prohibido el paso”, pero aprovechaban un pequeño resquicio en la parte inferior de uno de los portones para ingresar gateando. Luego caminaban unos trescientos metros sobre un camino de rieles y salían a la superficie a través de una tapa redonda que les hacía aparecer en el patio trasero de una iglesia en ruinas. En una oportunidad, dentro del túnel, habían encontrado un puñado de monedas antiguas, pero éstas les fueron requisadas por el maestro, quien les asustó diciendo que estaba prohibido tener aquellas monedas y que podrían ir presos. A pesar de ello, jamás dijeron dónde las habían hallado.
Era lunes y el maestro Santibáñez, quien además de haberse quedado con las monedas, era el profesor de historia, daría dos horas de clase. Josemi asistía con renovado entusiasmo cada lunes a sus clases, donde el maestro relataba historias fantásticas, todas relacionadas con el pasado de España, Europa y el mundo. Hablaba frecuentemente de los grandes inventos de la antigüedad de los que ya no quedaban rastros; de grandes puentes y obras de ingeniería que ya no existían; de grandes hombres y científicos que habían dado su vida para hacer del mundo un lugar mejor para vivir, pero que no habían conseguido evitar las guerras y las epidemias.
Aquella mañana de octubre, se dirigió hacia la escuela que quedaba a unas veinte calles de su hogar. No usaba la bicicleta a menos que se le hiciera tarde. Le gustaba ir caminando para juntarse en el trayecto con sus compañeros de escuela y tomar un atajo a través de un túnel que, según Manolo el hijo del farmacéutico, había pertenecido a una antigua empresa que explotaba minas de carbón. Bajaban por unas escaleras destruidas, que estaban disimuladas detrás de gruesos portones de hierro, en los que colgaba un cartel de “prohibido el paso”, pero aprovechaban un pequeño resquicio en la parte inferior de uno de los portones para ingresar gateando. Luego caminaban unos trescientos metros sobre un camino de rieles y salían a la superficie a través de una tapa redonda que les hacía aparecer en el patio trasero de una iglesia en ruinas. En una oportunidad, dentro del túnel, habían encontrado un puñado de monedas antiguas, pero éstas les fueron requisadas por el maestro, quien les asustó diciendo que estaba prohibido tener aquellas monedas y que podrían ir presos. A pesar de ello, jamás dijeron dónde las habían hallado.
Era lunes y el maestro Santibáñez, quien además de haberse quedado con las monedas, era el profesor de historia, daría dos horas de clase. Josemi asistía con renovado entusiasmo cada lunes a sus clases, donde el maestro relataba historias fantásticas, todas relacionadas con el pasado de España, Europa y el mundo. Hablaba frecuentemente de los grandes inventos de la antigüedad de los que ya no quedaban rastros; de grandes puentes y obras de ingeniería que ya no existían; de grandes hombres y científicos que habían dado su vida para hacer del mundo un lugar mejor para vivir, pero que no habían conseguido evitar las guerras y las epidemias.
Aquella mañana de octubre al entrar en el aula, el maestro dijo a sus alumnos: “Hoy hablaremos del siglo de los grandes cataclismos y me gustaría que tomen nota de algunas fechas y hechos que os habré de relatar. Saquen sus cuadernos y escriban la fecha de hoy, 15 de octubre del año 2175”.
37 comentarios:
WoOoOoOoW... Genial!!!
uhhhh me mato el post....
gracias por dejarme tener el .... y te cuento que de hecho se venden en fiestas tupperware a una de esas fui yo...
Me ha encantado, no lo esperaba en absoluto!
Genial!!!! No me lo esperaba, para nada.
Besos
MUY interesante. Me apasionan ese tipo de historias, con enigmas y recuerdos al pasado.
Esta es un ejemplo. Gracias por darla a conocer.
Vaya! no me lo esperaba, buenisismo,
Cariños.
Pia
Muy buena historia, muy interesante.
Saludos muchos
Me gustó porque me parece un post muy optimista, llegar al 2175, puff a este ritmo no creo ;)
Por cierto, no soy de Pontevedra ciudad aunque sí de su provincia.
Me ha gustado la historia, está muy bien narrada y verdaderamente no se intuye la época en que está escrita y referida a cuál. Una reflexión muy atinada. Saludos cordiales.
esta genial, me gusto
es un gusto haber llegado aqui
gracias por tus saludos y por sentir que mis letras salen del alma
besitos y una linda semana
cuidate y que todo salga bien
besos y sueños
La historia de la humanidad nos envuelve, aunque muchas veces a lo largo del tiempo, ella se repita...
Un saludo
Chau
Hola,muchas gracias por postear en mi blog y màs si viene de un rioplantense,un honor,sin desmerecer a nadie sea de donde sea.La historia,redonda,perfecta y encima de fondo escuchar a mi amado Sabina,que màs puedo pedir antes de dormir?,nada!!!Un abrazo y ojalà nos sigamos viendo.Un saludo montevideano
MUY BUENA HISTORIA .
ES COMO QUE LA HISTORIA SE REPITE .
ME SORPRENDÓ EL FINAL .
RECIBE MIS SALUDOS
ADAL
Qué buen final Marce, me mataste no me lo esperaba.
Siempre posteando cosas tan interesantes, ídolo.
Páguenle los 35 millones a la mujer! :)
Sorprendente...
gracias por tan bello relato y magnficos los pocos post que he leido, continuare descubriendote...
beso
Magnifico. Es tuyo? En cuyo caso doblemente magnifico. Besos
Tu si que le tienes fe a la humanidad ehhh? no es que quiera ser apocaliptica (tal vez si) pero al paso que llevamos no creo que los padres de Josemi alcancen a vivir......aun asi es muy linda la historia.
Saludos
Estrellita
Sorprendente (ya sé no soy original).
Siempre desordenás los finales
Muchos besos
muy bueno!!!, me encantan estas historias con finales inesperados.
Besotes
Recuerdos, viajes en el tiempo, eterna atracción humana.
Saludos
me encanto y el final estuvo fantastico! besos
me encanto , la verdad que te pasaste con el post excelente y como todo lo que haces, dejo a uno con la boca abierta al final, esas historias que nos dejan pensando, vianjando, recordando ,,,,como seria si, ah que divino!
pase tarde mucho trabajo pero pase que es lo importante,
dias de tedio, bastantes,
2175... Ya sabemos algo más del futuro.
Gracias por la forma de contarlo.
Prometo volver con más tiempo! Pero quería agradecerte en tu blog, por las palabras que dejaste en mi casa! Hice un agradecimiento masivo, pero quería pasar por cada lugarcito a saludar!
Besitos de Hada!!!!!
Mi querido Marcelo vengo a leerte, a leer cosas especiales de tu blog, a falta de letras... de emociones, decidí mejor perderme en las tuyas y en las de las personas especiales... un abrazo muy especial :)
Dios!
pero que cosas tan originales escribes!!
me ha encantado!
un beso musical ;)
Me encanta cómo consigues engancharnos y despistarnos para sorprendernos de alguna manera siempre justo al final ;)
Un abrazo muy fuerte
me encantan los mundos ajenos
las historias personales
de personas que hicieron lo que somos
y de personas que serán
lo que nosotros les dejemos.
Muy buen relato Doble visión.
A mi me encanta transportarme en el tiempo e instalarme en otras épocas mental o espiritualmente.
Y eso lo logro gracias a los libros.
Con mucho placer recorro la época del esplendor griego, los primeros siglos de la era cristiana, la era moderna, etc...
La historia se contruye a cada instante en que se retira el presente. Pero bien puede imaginarse y transportarse al futuro y vivir una especie de presente histórico.
Saludos!
Lindo cuento, es como volver al futuro!!
Gracias por visitarme, un beso
Muy bueno, pareciera que hablara de la guerra civil española o algo así, quizás la foto me dio esa impresión.
Sería fantastic que el día de mi cumpleaños dentro de muchos años un profesor hablara de los días de hoy.
Besos!
Woow! Una muy buena historia!!...
Y un final exelente! Besooz!
Ha sido un verdadero placer entrar en tu casa bloguera con buena música y todo .......Tienes el don de la escritura. Y tu conversación sobre qué es un blog, hermosa, me traduce, me conmueve.
Gracias por tu visita!!
Un fuerte abrazo.
Hola Marcelo muy buena historia... te felicito... pasando a dejar "huella" en tu blog... besitos
Qué giro, Marcelo.
Me marcho con buen sabor de boca.
Te espero aquí, ya lo sabes.
Mamen
Impresionante relato.
Un saludo
Me fascinó, adoro las historias, esta es preciosa, la conservaré, mucha suerte.
Saludos desde Gerona, España
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