sábado, enero 26, 2008

Asomando la cabeza fuera de la burbuja

Hoy me desperté temprano, encendí la luz y me di cuenta que la noche anterior había olvidado bajar la calefacción: estaba casi transpirando en pleno invierno. Rápidamente la solución fue tomar una ducha reparadora, que se extendió más que otras veces. ¡Qué placer! relajarme bajo la fuerte lluvia de agua caliente. Una toalla suave con aroma a suavizante y el delicado perfume de la loción after shave hicieron el resto del milagro en mi cuerpo, que pareció recobrar en poco más de media hora, un par de años de juventud.
Bajé al garage y saqué el coche para llevar a mis hijas al colegio. Antes de salir, puse suave la calefacción para ambientar el habitáculo: el termómetro marcaba 3 grados. Luego me dirigí a la gasolinera y llené el depósito de gasoil. Una vez que las chicas quedaron en el cole, me fui a desayunar. Adoro esos minutos donde mi vida se resume a disfrutar un café con leche y un croissant crujiente. 
Había comprado el periódico, pero no pude leerlo pues tuve dos llamadas de trabajo al móvil. “Lo leeré de noche” pensé resignado. El resto del día lo pasé realizando visitas comerciales, que incluyó un almuerzo con un cliente. El eligió el restaurante y yo pagué la cuenta. Dos buenas raciones de pulpo a la gallega y unos filetes de salmón a la plancha, sirvieron de excusa para cerrar un negocio que a la empresa para la que trabajo, le reportará un ingreso de caja de 35.000 euros. 
Casi a la cuatro de la tarde, dejé nuevamente a mi cliente en su oficina y me dispuse a pasar el resto del día libre: me lo había ganado. Cuando volvía, recordé que hacía mucho que no pisaba el gimnasio. Cambio de planes entonces. Media hora de bicicleta; media hora de cinta y tres cuartos de aparatos. Otra ducha y la sensación de ser diez años más joven. Al llegar a casa, mientras esperaba la hora de inicio de las noticias de la noche, abrí el periódico.



Las tres primeras páginas estaban dedicadas íntegramente a la crisis humanitaria desatada por el bloqueo de Israel a la franja de Gaza. Un millón y medio de personas hacinadas en poco más de 350 kilómetros cuadrados de superficie, con un índice de pobreza extrema rondando el 70%, sin electricidad, sin combustibles, sin la mínima atención sanitaria , sin comida. Un millón y medio de seres humanos, rehenes de un estado que, apoyado incondicionalmente por los Estados Unidos, decide cómo se vive y cuándo se muere. 
Me vinieron a la cabeza el gueto de Varsovia y los campos de concentración nazi, donde alguien que consideró a los judíos, seres inferiores, también decidió cómo vivir y cuándo morir. Me di cuenta que como hace setenta años, éstas cosas suceden porque todos miramos para otro lado, porque los que tienen que denunciar las arbitrariedades están preocupados en otra cosa; porque organismos como la ONU están manejados por los mismos que llevan acabo éste y otros genocidios y sólo se limitan a lanzar desde sus balcones panfletarios la limosna que llaman ayuda humanitaria. 
Me di cuenta que lo que sucede en Gaza y en otras partes del mundo es culpa de todos, que la neutralidad siempre es un voto a favor para el que ostenta el poder y que al más débil sólo le queda el consuelo de la reivindicación histórica.
Me pregunté mentalmente qué haría yo si mi vecino o el alcalde de mi ciudad o el gobierno del país lindero avanzara a saco y por la fuerza sobre el derecho a mi propiedad, mi agua caliente, mi calefacción, mi combustible, mi desayuno, mi almuerzo, mi educación, mi salud, mis horas de gimnasio, mi intimidad... y me asusté de la respuesta.
La única diferencia que encuentro entre ésta situación de Gaza y la de la Alemania nazi, es que los judíos, aunque no lo sabían, contaban con medio mundo que libraba una guerra para quitarlos del infierno, en cambio los palestinos saben, que nadie se está ocupando ni se va a ocupar de ellos.

There's so many different worlds
So many different suns
And we have just one world
But we live in different ones
(Dire Straits, Brothers in Arms)

Pd. Y que conste que en este post no me importa el tema netamente político, que sí trataré en el futuro