lunes, noviembre 27, 2006

De la Intuición a la Certeza



Cuando uno descubre un buen vino tiene la obligación de hablar de él a sus amigos pero si, por azar, se encuentra con un/una poeta capaz de conmoverlo con sus palabras, pues entonces, tiene el deber de conciencia de gritarlo a los cuatro vientos.

El pasado miércoles 22 de noviembre en Salamanca, tuve el privilegio de asistir a la presentación de un libro, cuya autora, hasta ese momento, sólo conocía de haber leído en su bitácora. Flanqueada por su editor y el coordinador del taller al que asiste, allí estaba Mamen Somar, tímida y nerviosa, ante un público numeroso formado por amigos, familiares, compañeros de taller, amantes de las letras y algún que otro “extranjero” como yo, a las fronteras de Salamanca, que llegaron guiados por esa intuición inexplicable que siempre nos conduce al lugar ideal.

Reveló el editor los detalles de su pequeño gran descubrimiento y el maestro de escritores reseñó el camino que desembocó en éste libro llamado “Interior de una sombra”. Así, finalmente, le tocó a Mamen, agradecer y leer algunos de los poemas que integran la obra. De su voz tan particular y con inconfundible acento castellano, brotaron las palabras que colmaron las ansias de todos. Aplausos, firma de ejemplares, agradecimientos y un “after poetry” para compartir una copa en el “rincón de los lápices”.

La fresca noche salmantina nos acogió en su escenario medieval y me devolvió a mi mundo, con las solapas levantadas y manos en los bolsillos; en uno de ellos, un libro ávido por abrirse como una rosa y perfumarme el alma. Entrada ya la madrugada, la intuición se transformó en certeza luego de la segunda lectura de sus sesenta páginas.

Quiero compartir con todo aquel que pase por aquí, este poema llamado Desnudez, que realmente me hace vibrar y que elijo, tal vez, porque creo que la autora va desnudando su alma en cada palabra escrita.

Tu boca desnuda mi nombre

Por eso es tan difícil olvidarte
Por eso es tan difícil que me olvides

Aquella vez primera que lo escuché de tus labios

Ese aliento nervioso
del despojar de la ropa
casi sin permiso,
casi sin dudarlo.

Un susurro
y todo fue a para al suelo

Por eso no hemos conseguido superarlo

Porque es mi nombre sólo si me llamas
Porque es mi boca sólo si te nombra



Os recomiendo sinceramente pasar por Otro Cuento
http://mamensomar.blogspot.com/
si os gusta la poesía, claro está.

sábado, noviembre 11, 2006

Una de Política...

S.O.S. para Jorge Arbusto

Joder Jorgito!!!...parece que te avivaste que se acerca el final... Mirá lo que son las cosas, la soberbia se te cayó como un calzón sin elástico y saliste a poner cara de perro enfermo a los medios y a justificarte solicitando ideas.
Pero para no perder las mañas, te cargaste al gilipollas de Rumsfeld...Es que se veía que este tío con nombre de pato, no podía resolver nada, mucho menos, si tenemos en cuenta que hasta no hace mucho era carne y uña con Saddam. Vos a lo mejor no te acordás, porque en esa época estabas tratando de desintoxicarte del alcohol, pero el pato Donald (ojo, que lo digo cariñosamente, porque se parece físicamente y hasta camina igual que tío Rico), se visitaba con Hussein. Sí, sí, sí... hasta cerraban negocios y urdían conspiraciones...todo en un marco de gran cordialidad y cooperación. Si no me crees, pispea la foto.

Apretón de manos de verdaderos colegas



Bueno, eran lo que acá en España llamamos “colegas”; joder! lo que no me entra en el coco es que Saddam por aquellos años fuera un tío de ley como para salir con él de marcha, disfrutar de las odaliscas y de los mejores chupitos de Babilonia. Claro, el boludo fue Saddam, en creer que cargándose a unos cuantos miles de iraníes a cuenta de ustedes, tendría inmunidad de por vida. Ja! cómo lo acostaron!!!, ché Jorgito, eso no se hace... ¿no le explicaron a Saddamcito que los únicos que tienen inmunidad de por vida son ustedes?.
Y encima ahora lo mandan a la horca por “limpiar” un centenar de kurdos ...Jorgito -entre nosotros- menos mal que la justicia es yanqui y no divina, porque si no imaginate que, por genocidio?, de la CIA y el FBI habría que mandar a la horca hasta los que lavan los vidrios....de los funcionarios de estado, no se salvaría ni el de ganadería y agricultura y de los presidentes...me cago en la leche!, de Washington para acá estarían toditos haciendo fila por orden de llegada.
En fin, que ahora entiendo porque tanta gente desea la “green card”...es que es un salvoconducto cojonudo: fuera de USA podes conspirar, robar, matar, violar y cometer las aberraciones más aberrantes (y perdón la redundancia) y siempre vas a zafar. Bueno, también es como decía mi abuela, hay que aprovechar mientras dure, porque la burbuja de pedos en la que viven todos ustedes, se pincha en cualquier momento y la gente los va a colgar de los huevos a todos. Después no digas que no te avisé.
Mierda! que al final me fui de tema y yo quería sugerirte algo para terminar con el asunto este de Irak. Es simple Jorgito, levantá campamento, que soldado vivo sirve para otra guerra.


miércoles, noviembre 01, 2006

Necesidad o Casualidad...?

Y de pronto te encuentras sentado en una terraza mirando el mar. La noche es cálida y te pediste una cerveza mientras intentas adivinar hacia dónde irá aquel barco, cuyas luces titilan en el horizonte. Oyes un ruido en la mesa siguiente: alguien se ha sentado. Es el vaho dulzón de un perfume de mujer que reconoces, el que te hace girar.
Ella es joven -tal vez demasiado para ti y lo asumes- lleva el cabello claro, recogido en una cola y no reparas en su ropa. Pero te gustan sus ojos, la manera con que te miraron, el modo con que dejaron de mirarte. Apuras un trago de la cerveza que casi se ha evaporado de tu copa mientras descubres que ha estado llorando. La luz que le llega desde una marquesina, algo amarillenta, realza unas ojeras que no ha querido evitar con maquillaje.
Tristeza –piensas- eso es lo que rezuman sus ojos y sus labios y sus manos. Ahora enciende un cigarrillo, aspira y juega con el humo que exhala, lanzándolo lentamente al aire. De su bolso extrae una pequeña libreta, hace una anotación, arranca la hoja y la coloca debajo del cenicero de cristal. No puedes dejar de observarla. Te gusta. Desearías poder acercarte y saber por qué ha llorado, pero no sabes cómo hacerlo sin correr el riesgo de que, simplemente, te fulmine con un gesto de indiferencia. Cuando el camarero llega con otra cerveza aprovechas para mirarla mejor y suponer su edad, ¿veinticinco, treinta, treinta y tres?...quien sabe, la figura y sus facciones son las de una adolescente.
Estás seguro, que si lograras arrancarle una sonrisa, se fijaría en ti. Es cuando te asalta la idea de intentar un truco de magia. Sabes que nunca fallan, pero ¿cómo hacerlo, si ni siquiera eres mago? Lo piensas y sonríes. Pero te está mirando cuando tu la miras. Te preguntas cuánto hace que te está mirando. Ahora ella también sonríe. ¿Y el truco de magia?, ya no te hará falta. Decides ir más allá, pase lo que pase. Te acercas a su mesa. Ella acepta la “birra” que le invitas. Hablan más de dos horas y te cuenta que mañana emprenderá un largo viaje para reencontrarse consigo misma. Entonces tu le revelas que estás escribiendo una novela que tendrá un final feliz. “¿Quieres un papel en mi novela?”, le preguntas...”¿quieres acompañarme en mi viaje?”, te tienta.
Caes en la cuenta de que ambos han traspasado la línea del tiempo; te ha contado su vida y penas de amor y tú también lo has hecho. Es como si aquel encuentro hubiera estado planeado desde el principio de los tiempos. Cuando se marcha, sólo dice “hasta otra vez”. Te quedas mirándola mientras se pierde, primero entre la gente de la terraza y luego en la penumbra de una callejuela que baja hacia el puerto. Ahora te gusta mucho más, aunque sea joven, tal vez demasiado para ti. Pagas y te vas, pero antes, recoges el papel que ha estado doblado debajo del cenicero de cristal. Lo lees. “¿Necesidad o casualidad?”, eso dice, nada más.